No sé cuánto tiempo ha pasado. Probablemente un año o algo así. Nunca hable de Winona con nadie y fue muy difícil recobrar el contacto con Ricardo, Lorena y el resto… pero nada volvió a ser igual.
Seguí con dolores de pecho y todos los días despertaba con la garganta seca y el corazón roto.
Ya no debía cuidarme de Winona… pero seguí actuando con miedo a provocar sus celos.
Nada volvió a ser lo mismo. Dejé de usar mi celular… y me daba miedo salir a la calle. Con mi tamaño, eso era estúpido. Ricardo se burlaba de mí, diciéndome que parecía mujer sola de noche.
Cuando tenía suerte, me olvidaba de ese infierno por días… pero no era capaz de salir de mi jaula. No le debía cuentas a nadie, pero aun sentía que le debía fidelidad a Winona. Al punto de que no volví a salir con otras mujeres.
La tenía presente todo el tiempo. En el periódico o en mis sesiones de stalker en Facebook. Han salido notas y noticias de ella. Dejó la universidad a un año de terminar la carrera porque quería dedicarse a la música. Ha ganado fama localmente. Bien por ella. En las fotos, se ve sonriente, con el cabello alborotado y con mucha energía. Bien por ella. Se ve como la chica de la cual me enamoré apenas la vi. Bien por ella…
Me doy asco cada vez que me doy cuenta de cuánto la extrañaba. Extraño como se emocionaba cada vez que quería mostrarme algo, o como brillaban sus ojos al verme desde lejos. Incluso extrañaba sus celos enfermizos o cuando venía a visitarme diario.
Esa mañana, desayunábamos como siempre. Mamá, Luna (quien no ha pisado la casa en dos días) y yo. Leía el periódico sin leer. Escuchaba sin oír. Todos mis pensamientos los ocupaba Winona…
Creí que cambiar de página era buena idea…
No sé cómo se siente un infarto, pero si había un dolor que pudiera asemejársele, era ese.
—… ¿Esteban? —Mi madre habló. No la miré, mi vista estaba clavada en el rostro sonriente de Winona y el gran SUICIDIO en el encabezado. No me atrevía a leer más—. ¿Estás bien…?
Luna se fastidió de mi falta de respuesta, y comenzó a leer el resto por mí.
La noticia me cayó como un balde de agua fría; me quitó la respiración y me caló los huesos. Pero era como si yo hubiera estado todo este tiempo viendo el balde sobre mí… Y, aun así, no podía parar de temblar. Ya casi nadie leía el periódico, estábamos en pleno 2017. Ojalá no lo hubiera leído esa mañana.
No he salido de mi cuarto en todo el día.
Sus palabras aún resuenan en mi mente; “Si me dejas, te mataré a ti y luego me mataré yo”.
¿Quién lo diría? Ella cumplió con su palabra… Morí en vida en el momento en que ella había decidido dejarme. Y ahora, ella se había ido…
Winona tenía depresión. Al investigar su muerte, encontraron un diario escrito con su puño y letra. Ella fue infeliz todo el tiempo. Se la pasaba estudiando para ganar la aprobación de sus padres. Su familia y sus amigos eran una carga pesada para alguien que creció con la idea de que debía ser perfecta o nadie la querría. Su madre comenzó a instalarle la idea de que yo la dejaría si ella no se andaba con cuidado… Y Winona, quien apenas y se preocupaba por sí misma por toda aquella presión, sucumbió.
A veces, sigo preguntándome si hice bien en dejarla ir, o si hice bien en desear alejarme yo…
Me habría gustado saber qué hacer desde la primera vez que la vi.