—¿Qué me pongo? —Sorprendentemente, fui yo quien hizo la pregunta y no mi hermana.
—Lo primero que veas, como siempre… —Luna no apartó la mirada de su teléfono. Acto seguido, exhaló por la nariz antes de comenzar a reírse—. ¡Hermano, tienes que ver esto…!
—Luego.
Creí recordar un perfume que me regaló mi tía hace años. Comencé a revolver los cajones que hace tiempo no tocaba.
—La vas a asustar —repuso, intentando controlar sus risas.
—¿A quién? —quise hacerme el desentendido. Pero Luna no era estúpida.
—A la chica que estás intentando impresionar. Vas a asustar-la…
—¡No entiendo de qué hablas!
—No sabes qué ponerte —empezó a enlistar, señalándose los dedos de su mano—. Te compraste un teléfono. Comenzaste a lustrar tus zapatos… empezaste a hacer ejercicio. ¿Estás ocul-tando tu pancita?
—¿Por qué dices que la voy a asustar? —esperé que se expli-cara mientras yo seguía buscando entre mis camisas. Encontré una que rezaba “Mr. Brightside”. A ella también le gustaban The Killers, perfecto.
—Te estás esforzando demasiado. Pero DEMASIADO. A veces, incluso me das pena… Solo debes ser tú mismo, Esteban. Lo que será, será.
—… Es que nunca he salido con una mujer —admití, tro-nándome los nudillos para disimular lo patético que me sentía.
Luna reprimió su risotada.
—Solo piensa en ella como un hombre… sin pene.
—¿Eso piensas cuando sales con hombres? ¿Qué son muje-res con pene?
—No, a mí me da lo mismo lo que tengan entre las piernas. —Me sentí un poco incómodo, pero la dejé hablar—. En serio, no eres el primero que me dice que está nervioso por eso. Y, por más que intento, no los comprendo. Es otro ser humano, no un alien que te comerá la cabeza. Solo se tú mismo y trátala como tratarías a tus amigos… pero sin golpes, a menos que ella se lleve pesado.
Por fin encontré la colonia que buscaba y salí, con los conse-jos de mi hermana en mente. Le avisé a mi madre, pero ella solo emitió un “Que te diviertas”, y “Ya que tienes celular, avísame para variar”.